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El ministro de Defensa chino es apartado de la escena pública bajo investigación por corrupción

Tan solo seis meses ha estado Li Shangfu como ministro de Defensa de China antes de acabar salpicado por un escándalo de corrupción que podría lapidar la exitosa carrera de este veterano general de 65 años. Muchos rumores han estado circulando desde que desapareció de la esfera pública a finales de agosto. Iban pasando las semanas y no había rastro del ministro en los actos y reuniones que figuraban en su agenda.

Después de un verano agitado en la política china, en el que han caído desde altos mandos militares hasta un ministro de Exteriores, era inevitable que las alarmas y especulaciones se dispararan ante la ausencia de Li, más teniendo en cuenta que esto sucedía en un país nada transparente a la hora de dar explicaciones cuando suceden estas misteriosas desapariciones.

En Pekín continúa el mutismo. No hay declaraciones oficiales al respecto. Tampoco se esperan. Pero los funcionarios chinos ya no esconden que en curso hay una investigación por corrupción sobre Li Shangfu por una trama relacionada con la compra de equipos militares. Para entender el caso, primero hay que retroceder unos años y trazar unas pinceladas del personaje.

Hijo de un comandante de alto rango, Li combatió bajo las órdenes de Mao Zedong durante la guerra civil y también en la Guerra de Corea, apoyando al bando del Norte. Pero Li no era un hábil soldado, sino uno de los mejores ingenieros aeroespaciales de su generación. Lo que se le daba bien era enviar cohetes al espacio. Trabajó en el Centro de Lanzamiento de Satélites Xichang, al oeste de China, una institución operada por el Ejército Popular de Liberación (EPL). Allí dirigió el lanzamiento de la primera sonda lunar de China y también la primera prueba de misiles anti satélite.

Hace nueve años, premiado por sus logros, fue ascendido a general y jefe de personal de la Fuerza de Apoyo Estratégico del EPL, una organización que se encargaba de jubilar a los viejos mandos del ejército y mover las fichas adecuadas para que la fuerza de combate más grande del mundo, oxidada en muchos de sus departamentos, comenzara a modernizarse, empezando por la adquisición de equipo militar moderno. Este último fue su cometido principal y por ello fue sancionado por Estados Unidos: supervisó la compra de aviones de combate rusos Su-35 y sistemas de misiles de defensa aérea S-400.

“Presuntas violaciones”

Precisamente, sobre la etapa de Li al frente de la agencia que adquiría equipo militar, las autoridades chinas anunciaron en julio que habían iniciado una investigación por “presuntas violaciones” que databan de octubre de 2017. El aviso publicado cita la “filtración activa de secretos” e irregulares en el “proceso de licitación para beneficio personal”. Habrá que esperar para conocer más detalles sobre la investigación abierta. El viernes, el diario ‘Financial Times’ citaba fuentes de seguridad de Washington que aseguraban que Li se encontraba “bajo arresto domiciliario” fruto de la investigación por corrupción.

Durante la pasada Asamblea Popular Nacional (APN), la sesión anual del Parlamento chino, el presidente Xi Jinping lanzó una gran reorganización en los puestos clave del Gobierno, en la que Li Shangfu fue nombrado ministro de Defensa. Un cargo con mucha presencia pública, pero con un poder más diplomático que de mando -es un puesto prácticamente ceremonial- en la poderosa Comisión Militar Central, quien realmente dirige los asuntos militares. Este órgano está formado por siete personas, entre las que se encuentra Li. Pero todas ellas están bajo la supervisión del presidente Xi, que está al frente de esta comisión como la máxima autoridad militar en la toma de decisiones.

El caso de Li recuerda a la reciente desaparición del ex ministro de Exteriores Qin Gang. A finales de julio, justo un mes después de que se esfumara del foco público, desatando todo tipo de rumores, Pekín finalmente confirmó la extraña destitución de Qin, uno de los políticos más cercanos al presidente Xi. En la capital del gigante asiático todavía no se ha dado ninguna explicación sobre las razones que están detrás de esta destitución apenas ocho meses después de que fuera nombrado ministro.

Nadie ha vuelto a saber nada del paradero de Qin. Tampoco de Li desde que fuera visto por última vez el 29 de agosto, cuando pronunció un discurso de apertura en el Foro de Paz y Seguridad China-África en Pekín. Unas semanas antes, el ministro visitó Bielorrusia y Rusia. En Moscú se reunió con su homólogo, Sergei Shoigu. Mientras se encontraba estrechando lazos militares con su aliado estratégico, en Pekín acababa de saltar una nueva campaña anticorrupción que se llevó por delante a altos mandos del departamento que se encarga de la supervisión de los misiles balísticos y del arsenal nuclear del país, concretamente a dos generales. Entre ellos estaba Li Yuchao, quien el año pasado fue ascendido a miembro del Comité Central, el máximo órgano de dirección del gobernante Partido Comunista (PCCh).

Retrocediendo a viejas limpiezas por corrupción relacionadas con el ejército, en 2012, cuando Xi Jinping asumió el poder, se destituyó a los dos vicepresidentes de la Comisión Militar Central. Pero el pez más gordo en caer fue el ex jefe del Estado Mayor Conjunto del EPL, Fang Fenghui, condenado en 2019 a cadena perpetua.

Tomado de El Mundo

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