Desde hace varios meses, la capital haitiana, Puerto Príncipe, y sus alrededores están dominados por bandas armadas, que extienden su control sobre casi el 85% de la ciudad, según un informe de agosto de 2024 del grupo de expertos de la ONU para Haití.
Según dicho informe indica que, a pesar de las medidas de embargo para detener el flujo de armas, el tráfico ilegal continúa sin freno, permitiendo a los grupos criminales equiparse con armamento de alto calibre, lo que aumenta su capacidad de intimidación y violencia.
Además, señala que la presunta participación de empresas de seguridad privadas y la Brigada de Vigilancia de Áreas Protegidas (BSAP) en el tráfico de armas, lo cual agravaría aún más la inseguridad y obliga a muchos ciudadanos a armarse para protegerse
Sin embargo, la falta de seguridad ha generado un clima de temor en el que la población vive en constante alerta y con una movilidad cada vez más restringida. La comunidad internacional recibe continuos llamados para reforzar su apoyo a Haití, pero la creciente influencia de las bandas y la limitada capacidad del Estado dificultan la intervención efectiva.
En lo social y económico, la crisis se profundiza con el cierre de escuelas, la paralización de negocios y la afectación de la salud pública, dado que acceder a centros médicos resulta complicado. La infraestructura social haitiana sufre un colapso que facilita el control de las bandas y su actividad delictiva.
Los haitianos claman por cooperación internacional para fortalecer sus instituciones y detener la ola de violencia. No obstante, la gran interrogante persiste: ¿cuándo y cómo se recuperará la estabilidad en Haití?
Tomado de Le Journalier